En el primer trimestre de 2023, el producto interno bruto del sector turismo creció solo 0.1% respecto al último trimestre del 2022, continuando la desaceleración que se viene registrando desde el tercer trimestre del año pasado. A tasa anual, el crecimiento fue de 8.4% que es la segunda tasa de crecimiento más baja desde el segundo trimestre de 2021.

De hecho, el PIB turístico, que trimestralmente da a conocer el INEGI a través del Indicador Trimestral de la Actividad Turística, presenta ya signos de haberse estabilizado, después de una recuperación post-pandemia relativamente rápida que duró hasta el segundo trimestre de 2022. A partir de entonces, la actividad turística parece haber entrado en pausa, reflejando, principalmente, la caída en la demanda de bienes y servicios turísticos por parte del turismo doméstico.

El crecimiento del consumo interior total de bienes y servicios turísticos, esto es la suma de la demanda del turismo receptivo (turismo internacional) y el turismo interno (turismo doméstico) registró en el período enero-marzo de este año un crecimiento trimestral de 0.4%, que es el segundo más bajo de los últimos once trimestres. A tasa anual, respecto al mismo trimestre del año anterior, el crecimiento fue de 8.8%, tasa que iguala a la observada en el cuarto trimestre, sin embargo, es evidente que el impulso de la recuperación se ha venido agotando, ya que las tasas de crecimiento son cada vez menores.�

La causa principal de la desaceleración del PIB turístico se encuentra en la caída de -1.8% en el consumo de bienes y servicios turísticos que realiza el turismo interno, esto es el turismo que llevan a cabo los mexicanos dentro del territorio nacional; esta es la primera vez en once trimestres que el consumo que realiza el turismo doméstico disminuye de un trimestre a otro.

El consumo que realiza el turismo receptivo (turismo internacional) creció 9.9%, que en parte se debió al buen desempeño en la llegada de turismo internacional en los primeros meses de este año. Sin embargo, existe la duda sobre la factibilidad de mantener este dinamismo, ya que en el segundo trimestre se ha registrado una desaceleración en la llegada de turistas por vía aérea.

De nueva cuenta se observa, en la gráfica de abajo, el comportamiento muy contrastante entre el consumo que realiza el turismo receptivo, que en este trimestre tuvo un fuerte repunte y el consumo del turismo interno (turismo doméstico) que sufrió una caída y aún no logra recuperarse a los niveles previos a la pandemia.

Más preocupante aún es el desempeño reciente del indicador de la actividad de los servicios de alojamiento temporal y preparación de alimentos y bebidas, que en abril y mayo han registrado bajas tasas de crecimiento anual y mensual.

En conclusión, la actividad turística parece haber entrado a una pausa con un crecimiento débil que es producto, principalmente, de un turismo doméstico que parece resentir los efectos de una economía con bajo dinamismo, así como los efectos de la inflación que impacta el ingreso real de las personas y un alza en el precio de los bienes y servicios turísticos.